El 22 de noviembre, día de los músicos, no es una fecha elegida al azar
Una joven de raíces ilustres vivió hace siglos en el imperio romano. Educada en una familia noble cristiana, Cecilia aprendió a tocar la lira, la cítara o algo similar a un arpa en una época en la que la afición por tocar un instrumento brilló gracias a los lujosos festines de las cortes imperiales.
No se conoce una fecha concreta, pero Cecilia vivió entre los siglos I y IV. Faltaban cientos de años para que maestros como Beethoven, Mozart o Bach revolucionaran Europa. Por aquel entonces, instrumentos romanos como la kithara, la tuba o el hydraulis amenizaban circos, ferias, teatros y actos reales inspirándose en la herencia griega.
Los años pasaron y, al cumplir la mayoría de edad, Cecilia se vio comprometida con un joven noble romano por orden familiar, con quien tuvo que casarse en contra de su voluntad. Cuenta la tradición que el día de su boda, mientras los músicos amenizaban la ceremonia y los cánticos resonaban en las paredes, Cecilia cantaba en su corazón a Dios; a quien había decido entregar su vida.
Al término de la ceremonia, Cecilia confesó a su marido que a quién quería dedicar su vida era a Dios. Él respetó su decisión y le ayudó en la tarea religiosa. Así, ambos participaron en obras de caridad cristiana, hasta que Cecilia fue capturada y torturada, falleciendo un 22 de noviembre.
La historia de Cecilia traspasó fronteras hasta llegar mil años después a los oídos del Papa Gregorio XIII, quien la canonizó como Santa patrona de la música por haber demostrado una “atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos”. Su sensibilidad por cada una de las notas de su instrumento la convirtió en símbolo de la música.
Desde entonces, cada 22 de noviembre, pianistas, violinistas, cantantes, compositores… todos conmemoramos el día de los músicos.